Tres pasiones. Para lo que he vivido (Bertrand Russell)

Para lo que he vivido

Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Bertrand Russell

19/9/20

LA FILOSOFÍA EN LA CALLE

 





Eduardo Infante es un profesor de Filosofía que trabaja en Instituto de Guijón y se ha propuesto llevar a la filosofía a la calle. Su método retoma la mayéutica socrática y apuesta por generar interés con cuestiones y temas que, de forma natural, todos nos preguntamos. Es un método original para conocer las distintas respuestas que los filósofos han dado en otras épocas. 
Tiene una cuenta en twitter  (#filoreto)   donde hace preguntas similares a las que se plantean en el libro. 

De este modo todos podemos ser filósofos porque la capacidad de pensar es universal y como diría Descartes : "El buen sentido es la cosa mejor repartida el mundo, pues cada cual piensa estar tan bien provisto de él ,que incluso los más difíciles de contentar en todo lo demás no acostumbran a desear más del que tienen»


Si quieres saber más sobre el tema :









11/9/20

Septiembre 2020 Filosofía en tiempos de Covid

 Comenzamos el curso con la incertidumbre de una pandemia global que está transformando nuestra vida y nos invita a reflexionar sobre sus consecuencias . Hemos seleccionado una serie de artículos periodísticos sugerentes para debatir en clase. Y también los alumnos de 1º de Bachillerato han escrito una disertación sobre el tema.  Como ejemplo de su trabajo hemos elegido la opinión de una alumna que transcribimos a continuación:


 ↫ PANDEMIA ↬  Bianca Gabriela Vicol ,      1ºB  Bachillerato 

 

Suelen decir que no hay ensayos para la vida y que cada día es un estreno, pero cuando el mundo se quiebra de la noche a la mañana, ¿Cómo puede uno apoderarse del escenario?

El hecho de haberse aislado íntegra y emocionalmente por más de cuatro meses, debido a una enfermedad epidémica global, nos ha convertido en prisioneros de nuestra propia historia; que sin darse cuenta, vive controlada por las redes informáticas. Y se nos pasan los días viendo como la pandemia se consolida, apoderándose de la información hasta el punto de que si aparece una noticia que no trate de la plaga y sus consecuencias, parece una rareza, casi una excentricidad. Y sí, las redes difunden todo tipo de conceptos, amenazas y estadísticas potencialmente aterradoras que destruyen cualquier rutina conocida hasta ahora.

 Sin embargo, también hay mentiras descaradas que se expanden y se instalan en algún rincón del cerebro humano, dando origen a la desconfianza y al distanciamiento social. Una distancia que crea barreras invisibles dispuestas a romper con el debate moral, posicionándonos supuestamente en el bando correcto y aumentando la intolerancia y los conflictos. Por lo tanto, si una sociedad comienza a vivir mentalmente cerrada en sus creencias, temiendo al contagio, caemos en el error de adaptarnos al grupo, valorar más las actitudes de obediencia y mostrarnos más conformistas. Caemos en el error de contribuir al ruido.

De este modo, ¿Cómo se puede luchar por salvar el mañana? ¿Cómo se puede tener un enfoque crítico ante la situación cuando es la misma la que nos derrumba y nos hace respirar de cara a la muerte? La verdad es que no se puede, pues somos incuestionablemente vulnerables a la pérdida. Y no pretendo hablar de la devastadora crisis económica que ha surgido con la enfermedad, hundiendo empresas y dejando a miles de usuarios desempleados, los cuales se han visto obligados a aceptar como un mal necesario el retroceso de sus derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos, sin siquiera darse cuenta de que lejos de ser una solución,

se trata de una de las múltiples técnicas de manipulación que existen hoy en día. No pretendo hablar de ello, sino del dolor que supone aferrarse al recuerdo de alguien, intentando hacer que se quede para siempre, como si nada hubiese cambiado.

 Suelen decir que los grandes cambios están precedidos por el caos, y que el caos no son más que acciones impredecibles y descontrol general. Suelen decir que un cambio social real nunca ha sido llevado a cabo sin una revolución, y aún sin saber o sin querer creer que ese cambio vaya a ser beneficioso en un futuro, puedo afirmar que cada uno ha experimentado la revolución de una u otra manera y que la pandemia nos ha hecho ver que la realidad no es absoluta, los cuentos también se acaban y que la vida debe ser vivida intensa y plenamente.

 

                                                                    




https://www.filco.es/covid-19-y-filosofia-pensar-en-medio-catastrofe/

La hora de la Filosofía Babelia

La emergencia viral y el mundo de mañana BYung Chu Han -

Filosofía práctica.... La Vanguardia